Una capacidad de atracción basada en la influencia del francés:

 La lengua francesa sigue ocupando en el mundo una situación relevante, pese a sus debilidades en ciertos sectores, como las ciencias puras, el derecho comercial o las relaciones internacionales, y al pesimismo que alimentan determinadas declaraciones nostálgicas. El francés es, junto con el inglés, el único idioma que se habla en los cinco continentes y sigue siendo una lengua de trabajo de las organizaciones internacionales tanto en Europa como en África, por ejemplo, donde ocupa un puesto privilegiado en la Organización de la Unidad Africana (OUA). Es la lengua materna de unos 80 millones de hablantes, lo que la sitúa en el 11º puesto mundial (entre más de 2.000 lenguas contabilizadas), y en el 9º lugar, con 160 millones, si se toma en cuenta su peso como segunda lengua. Además, se calcula en más de 250 millones el número de las personas «capaces de usar ocasionalmente el francés» . Más allá de estos datos cuantitativos, las encuestas realizadas en numerosos países muestran que el francés mantiene una imagen positiva de lengua útil, indispensable en ciertos sectores profesionales, pero también la imagen de lengua indisolublemente ligada a unos valores, una cultura y unos proyectos de sociedad de alcance universal. El idioma francés tiene el privilegio de ser universalmente conocido como una gran lengua de civilización. Este estatuto del francés es uno de los motivos de su difusión mundial, de su presencia en los sistemas educativos y de su enseñanza. Se calcula en 57 millones el número de alumnos que aprenden francés o que lo estudian en el extranjero, y en 900.000 el número de los profesores dedicados a ello.

Una comunidad de destino abierta y tolerante:

La Francofonía institucional es reciente. Tuvo su acto fundacional con la creación en Niamey, el 20 de marzo de 1970, de la Agencia de Cooperación Cultural y Técnica, que se convirtió después en la Agencia de la Francofonía. La diseñaron y la concibieron como una comunidad lingüística y cultural los propios países del sur, después de independizarse. Y sin intervención directa de Francia: el general De Gaulle tenía reservas respecto a la constitución de una organización estructurada de la francofonía, que sólo vio la luz después de que él dejase el poder. Cinco hombres de Estado emblemáticos llevaron a la pila del bautismo a la Agencia de la Francofonía , cuyo trigésimo aniversario se celebró el año 2000: el tunecino Habib Burguiba, el camboyano Norodom Sihanuk, el nigeriano Hamani Diori, el libanés Charles Hélou y el senegalés Léopold Sédar Senghor. Su preocupación era conservar vivos los lazos que la historia y las referencias comunes habían creado en torno a la lengua. El proyecto desbordó rápidamente los límites del antiguo imperio francés, y a los miembros fundadores se unieron nuevos países.

La Francofonía , una organización con vocación universal, es por naturaleza una comunidad abierta al mundo, así como a los pueblos y las culturas que la componen. Pretende, esencialmente, reunir en torno a los valores de la fraternidad, la tolerancia y la universalidad a países muy diversos en cuanto a historia, cultura y nivel de desarrollo, pero que quieren todos ellos afirmar su identidad en el actual proceso de mundialización. La Francofonía , pues, no debe confundirse con el conjunto de acciones dirigidas a promover el papel del francés en el mundo. No es algo estático. Los criterios para participar en ella no están condicionados por una historia colonial común, al contrario que en la Commonwealth , por ejemplo, ni imponen que el francés sea la lengua oficial en los países que la componen.

Un dispositif multilateral renovado:

El dispositivo institucional de la Francofonía dispone de instancias políticas y de operadores. Las instancias políticas están presididas por las Conferencias de jefes de Estado y de Gobierno de la Francofonía (las cumbres), que se reúnen cada dos años en un país diferente y fijan, a través de una declaración y un plan de acción, las grandes orientaciones del movimiento para los dos años siguientes. Una o dos veces por año, la Conferencia de Ministros encargados de la Francofonía establece el programa de los operadores de la Francofonía después de las cumbres; se reúne asimismo a mitad del período entre dos cumbres y en vísperas de la celebración de cada una. El Consejo Permanente de la Francofonía (CPF), constituido por representantes personales de los jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros de la organización, se convoca a intervalos más regulares, cuando el orden del día lo justifica. El CPF, que se encarga de llevar a cabo un seguimiento regular de la Francofonía , prepara el trabajo de las demás instancias políticas. Junto con las instancias políticas, y bajo su autoridad, los operadores directos de la Francofonía se encargan de la programación sectorial de la organización. Estos operadores son cinco: la Agencia Intergubernamental de la Francofonía , la Agencia Universitaria de la Francofonía , la Asociación Internacional de Alcaldes y Responsables de las Metrópolis Francófonas, la Universidad Senghor de Alejandría y la cadena de televisión TV5. Sólo la Agencia Intergubernamental tiene unas funciones más generales, con competencias en todos los campos, a excepción de aquellos que se encuentren entre las competencias especializadas de otro operador directo.

 La reforma institucional, llevada a cabo en la Cumbre de Hanoi en 1997, ha tenido un alcance considerable: al crear la figura del secretario general de la Francofonía , ha permitido dar un rostro a la organización. Elegido por los jefes de Estado y de Gobierno para un mandato de cuatro años, renovable, se puede considerar al secretario general como el «director de orquesta» de la Francofonía : es el responsable máximo de la Agencia Intergubernamental , el presidente del Consejo Permanente, el portavoz político y el representante oficial de la Francofonía en el ámbito internacional, y ejerce asimismo funciones primordiales en el ámbito de la cooperación, puesto que es el responsable de animar la cooperación multilateral. De acuerdo con las orientaciones de las cumbres, propone a las instancias políticas de la Francofonía los ejes prioritarios de la acción multilateral, en concertación con el administrador general de la Agencia de la Francofonía y los demás operadores directos. Tres años después de Hanoi, la puesta en funcionamiento de este nuevo dispositivo institucional puede considerarse un éxito.

Una comunidad dinámica:

 En 30 años, la Francofonía institucional ha visto cómo el número de sus miembros pasaba de 22 a 55. Ahora agrupa a más de la cuarta parte de los países del mundo (49 miembros de pleno derecho, 2 miembros asociados y 4 observadores).

 Sus Estados miembros, en los que habita el 10 por ciento de la población del mundo, generan el 10 por ciento de la producción mundial y el 15 por ciento del comercio internacional. Está presente en los cinco continentes y constituye un mosaico de pueblos que, más allá de sus diferencias, alimentan una ambición política y cultural común: construir auténticos Estados de derecho y promover la diversidad lingüística y cultural.

En lo que respecta a sus funciones, la Francofonía ha experimentado asimismo profundos cambios. En la actualidad, es mucho más que una simple comunidad lingüística y, aunque la lengua francesa sigue constituyendo su denominador común, transmite en todo el mundo los valores y el mensaje de la universalidad y la democracia. La Francofonía es un agente reconocido de desarrollo. La suma acumulada de las intervenciones de sus operadores, a las que Francia contribuye con las dos terceras partes, es superior a 1.000 millones de francos anuales. Permanece también atenta a los grandes cambios internacionales, como lo atestigua su penetración en la Europa del Este tras la caída del muro de Berlín. Una parte nada despreciable de estas actuaciones repercute en el poder de atracción que conserva la lengua francesa.

Las cumbres de Hanoi (1997) y Moncton (1999) permitieron emprender reformas ambiciosas que han contribuido a refundir y a precisar el proyecto francófono, con lo que se ha consagrado el aspecto político de la Francofonía. En la actualidad se articula en torno a dos prioridades: la profundización en la democracia y el Estado de derecho en el seno del espacio francófono, y la promoción de la diversidad lingüística y cultural.

La profundización en la democracia y el Estado de derecho:

 En el mes de noviembre de 2000, y a instancias del secretario general, la Francofonía confirmó en Bamako esta orientación al aprobar una importante declaración al final de un simposio sobre prácticas democráticas y derechos humanos en el espacio francófono. Dicho simposio, que reunía a numerosos responsables políticos y representantes de la sociedad civil, permitió elaborar un balance contrastado e imparcial de diez años de transiciones democráticas. La declaración dota a la Francofonía de términos de referencia comunes en materia de democracia y de derechos humanos y prevé mecanismos destinados a prevenir las crisis democráticas, así como medidas graduales contra los países en los que se produzca una quiebra de la democracia o violaciones masivas de los derechos humanos.

Asimismo, el simposio aprobó un proyecto de programa para los operadores de la Francofonía que enumera las acciones de cooperación que han de aplicarse en el período 2002-2003 en materia de formación de magistrados, de consolidación de instituciones jurídicas y de apoyo a procesos electorales. Dicho programa se someterá a la aprobación de los jefes de Estado y de Gobierno de los países que tienen el francés como lengua común en la cumbre de Beirut, en octubre de 2001.

Al situar abiertamente en el centro de la acción de la Francofonía el arraigamiento de la democracia en el espacio francófono, el simposio de Bamako respondió a las expectativas de Francia, que estima que la pertenencia al espacio francófono no puede ya admitir alteraciones de la democracia ni atentados contra los derechos humanos. Resultó alentador, por otra parte, que los países del sur proclamaran en Bamako su credo democrático y que fuesen los primeros en considerar que el refuerzo del Estado de derecho es una condición determinante para el desarrollo.

La promoción de la diversidad lingüística y cultural:

 Sus objetivos son prevenir los riesgos de desviación que puede engendrar la mundialización, evitar que ésta se convierta en una fuente de agravamiento de las desigualdades y de negación de las identidades, y conseguir, en cambio, que sea un factor de desarrollo y de diálogo entre las culturas. Los Estados y los Gobiernos miembros de la Francofonía consideran que los bienes culturales no pueden reducirse a su mera dimensión económica o comercial, y que los Estados y los Gobiernos tienen derecho a establecer libremente su política cultural y, particularmente, los medios e instrumentos necesarios para su puesta en práctica.

Por ello, los jefes de Estado y de Gobierno de la Francofonía decidieron en la cumbre de Moncton que su próxima cumbre estaría dedicada al diálogo entre las culturas y a la promoción de la diversidad cultural. Con esta perspectiva, en el mes de junio de 2001 se celebrará una Conferencia de los ministros francófonos en Cotonou. Y por el mismo motivo, el movimiento francófono ha emprendido, tras la Conferencia ministerial de la OMC en Seattle, una concertación activa que ha permitido reafirmar la voluntad de los países miembros de promover la diversidad cultural y lingüística. Esta movilización de la Francofonía y de las demás grandes áreas lingüísticas afectadas -arabofonía, hispanofonía, lusofonía- ha facilitado que los países del sur tomaran conciencia de que tenían intereses muy concretos que defender en materia de protección de su patrimonio, de difusión de sus producciones culturales o de circulación de los creadores, y que la Francofonía podía ayudarlos en esta tarea. La acción de la Francofonía tiene, en efecto, como objetivo ayudar a estos asociados del sur a estructurar su reflexión y hacer valer sus puntos de vista en las correspondientes instancias internacionales.

Una atención constante por parte de las autoridades:

 En Francia, del seguimiento de las cuestiones relativas a la francofonía se ocupan, principalmente:

- los servicios correspondientes del Ministerio de Asuntos Exteriores. Preparan y aplican, bajo la dirección del ministro delegado de la Cooperación y la Francofonía , la política del Gobierno en materia de francofonía.

Estos servicios contribuyen a la definición de las acciones promovidas por el Estado y por los organismos interesados en el desarrollo de la francofonía y de la lengua francesa.

- el Alto Consejo de la Francofonía. Esta institución, presidida por el jefe del Estado, está compuesta por una cuarentena de miembros, originarios de todos los continentes, que se reúnen en una sesión anual sobre el tema elegido por el presidente de la República. El Alto Consejo de la Francofonía organiza, además, numerosos seminarios de reflexión sobre temas relacionados con la Francofonía y publica un informe anual sobre el estado de la misma en el mundo.

Más información:

Sitio web del Ministerio de Asuntos Exteriores : www.diplomatie.gouv.fr

 

 

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